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El día en que se produjo en Idhún la conjunción astral de los tres soles y las tres lunas, Ashran el Nigromante se hizo con el poder en aquel planeta. En nuestro mundo, un guerrero y un mago exiliados de Idhún han formado la Resistencia, a la que pertenecen también Jack y Victoria, dos adolescentes nacidos en la Tierra. El objetivo del grupo es acabar con el reinado de las serpientes aladas, pero Kirtash, un joven y despiadado asesino, enviado por Ashran a la Tierra, no se lo va a permitir…
Laura Gallego García
La Resistencia Memorias de Idhún - 1 ePub r1.2 Titivillus 04.10.15
Título original: La Resistencia Laura Gallego García, 2004 Diseño de cubierta: Alfonso Ruano y Pablo Núñez Editor digital: Titivillus ePub base r1.2
Para Andrés, el primero que se atrevió a cruzar la Puerta conmigo, y que escuchó esta historia bajo la luz de las tres lunas.
No importa lo que haga, cada persona en la Tierra está siempre representando el papel principal de la historia del mundo. Y normalmente no lo sabe. PAULO COELHO, El Alquimista
PRIMERA PARTE
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Jack Era ya de noche, una noche de finales de mayo, y un chico de trece años subía en bicicleta por una carretera comarcal bordeada de altas coníferas, de regreso a su casa, una granja junto a un pequeño bosque. Se llamaba Jack. Hacía ya un par de años que vivía con sus padres en aquella granja a las afueras de Silkeborg, una pequeña ciudad danesa, y todas las tardes, al salir de clase, si el tiempo lo permitía, efectuaba aquel trayecto en bicicleta. Le gustaba hacer ejercicio y, además, el recorrido junto al bosque lo relajaba y apartaba de su mente todas las preocupaciones. Pero, por alguna razón, aquella vez era diferente. Llevaba todo el día teniendo una extraña intuición con respecto a su casa y sus padres. No habría sabido decir de qué se trataba, pero tampoco había podido evitar llamar a su madre a mediodía, para asegurarse de que los dos estaban bien, y lo había encontrado todo en orden. Sin embargo, apenas un rato antes, al salir del colegio, había sentido que aquel molesto presentimiento que lo había acosado durante todo el día regresaba con más fuerza. Sin ningún motivo aparente, intuía que su familia estaba en peligro. Y sabía que era absurdo, sabía que no tenía una explicación racional para aquella sensación, pero no podía evitarlo. Tenía que llegar a casa cuanto antes y comprobar que todo marchaba bien. Cuando llegó a la granja por fin, el corazón estaba a punto de estallarle del esfuerzo. Dejó la bicicleta tirada junto al cobertizo, sin preocuparse por guardarla, y corrió hacia la entrada. Se detuvo de pronto, con el corazón latiéndole con fuerza. Joker, su perro, no había acudido a recibirle, como todos los días. Tampoco se oían sus ladridos desde la parte posterior de la granja. «Habrá ido al bosque», se dijo Jack, intentando calmarse.
No pudo evitarlo, sin embargo. Echó a correr de nuevo hacia la puerta de la casa. La halló entreabierta y entró. Algo le detuvo. En apariencia, todo parecía normal. La luz del salón estaba encendida, se oía el murmullo apagado del televisor. Pero se respiraba un ambiente extraño. Temblando, entró en el salón. Su padre estaba sentado en el sofá, frente al televisor, de espaldas a él. Podía ver su cabeza descansando sobre el respaldo. —Papá… No hubo respuesta. En la televisión ponían un estúpido programa de imitadores de cantantes famosos, y Jack se aferró desesperadamente a la idea de que era lógico que su padre se hubiese quedado dormido. Rodeó el sofá y, tras un breve instante de vacilación, miró a su padre a la cara. Estaba inmóvil, pálido, con los ojos abiertos de par en par, desenfocados, mirando a ninguna parte. No había ninguna señal de sangre o violencia en su cuerpo. Pero Jack supo que estaba muerto. Algo golpeó su conciencia con la fuerza de una pesada maza. Por un mome