Simón Bolívar Y La Carta De Jamaica


E-Book Content

Bernardo Subercaseaux Simón Bolívar y la Carta de Jamaica Significantes en disputa en la Venezuela contemporánea LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL © LOM Ediciones Primera edición, 2016 ISBN: 978-956-00-0785-8 ISBN Digital: 978-956-00-0819-0 Esta investigación forma parte del Proyecto FONDECYT 1130031 (20132016), sobre Modernización y cultura en América Latina: pensamiento y literatura. Diseño, Composición y Diagramación LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88 www.lom.cl [email protected] A mis hijos Imagen de Bolívar en pose de Napoleón. Constructivismo y deconstructivismo Las numerosas imágenes de Simón Bolívar en pinturas, grabados, vajillas y camafeos muestran una galería de retratos a menudo muy distintos entre sí. En un cuadro se lo ve imponente y gigante, en circunstancias de que medía poco más de un metro sesenta; en otro, europeizado y con el brazo derecho en la casaca, a lo Napoleón; en otro, aparece pequeñito, delgado y con el pelo hirsuto; en un retrato de juventud se lo pinta con un aire romántico, a lo Lord Byron; en otra imagen aparece autoctonizado con rasgos afrodescendientes e indígenas1, producto de la exhumación que en el año 2010 realizó en Venezuela un conjunto de especialistas por encargo del presidente Chávez; en una película para público masivo se lo perfila como un charro mexicano, y en una pintura contemporánea, como un militar transgénero con pechos femeninos y levantando el dedo medio en forma desafiante. Se trata, en todos los casos, de representaciones visuales que construyen e interpretan a Bolívar, imágenes que a su vez requieren de una interpretación para deconstruirlas, intento que puede resultar ad infinitum, puesto que al no existir fotografías ni datos exactos de su corporeidad jamás se podrá llegar al personaje real. Son reconfiguraciones imaginarias que perfilan diferentes identidades, artefactos culturales que disputan entre sí: por una parte, héroe y genio militar; por otra, un émulo de Napoleón, también un personaje romántico, un Bolívar mestizo y un antihéroe o sujeto posmoderno y contestatario. Otro tanto ha ocurrido con su pensamiento. Bolívar ha sido un «héroe para todas las causas»2, un árbol que da todo tipo de frutos3. Mediante el expediente de citar una frase descontextualizada de sus cartas, proclamas o discursos, para luego volverla una máxima bajo el título de «pensamiento del libertador»4, o acudiendo a sus ideas, se han declarado bolivarianos desde Diego Portales hasta José Martí, desde Fidel Castro hasta Francisco Franco, desde socialdemócratas, socialistas o comunistas hasta conservadores, desde sacerdotes hasta masones. También, por otra parte, han criticado su figura – autoritario y ambicioso– desde Carlos Marx hasta Salvador de Madariaga, además de una serie de historiadores y novelistas contemporáneos que lo perfilan como un antihéroe. En Venezuela, desde que regresaron sus cenizas a Caracas en 18425, se viene dando un mesianismo bolivariano, una verdadera religión civil: su figura y su pensamiento han sido reconfigurados por gobiernos militares y dictaduras (Juan Vicente Gómez 1908-1935, Eleazar López Contreras 1935-1941, Marcos Pérez Jiménez 1953-1958), por regímenes republicanos (Rómulo Betancourt, 1959-1964) y por la Iglesia (el cardenal Quinteros, 1980), y también, y sobre todo, por el actual gobierno de vocación socialista6. El régimen de Chávez ha establecido prácticamente un monopolio simbólico sobre su figura al bautizar a la nación como «República Bolivariana de Venezuela», declarando en el Primer artículo de la Constitución (1999) 7 que la República de Venezuela «fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internaci