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TEMA I. EL PENSAMIENTO PRECIENTÍFICO ESQUEMA-RESUMEN 1.PRIMITIVISMO 1.1. Niños, locos y magia 2.DESEO 2.1.El ritual Y Y 3.LA 3.1. Lo literal y lo metafórico ETNOCENTRISMO REGULARIDADES MENTE 4.RASGOS 4.1. Dramatización, 4.1.1.El rito eleusino en particular OBJETIVAS ARCAICA DEL y MITO conflicto 5.ESCRITURA Y LÓGICA 6.LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA 1. Hablar de «pueblos primitivos» remite muchas veces al acto de mirarse cada grupo humano su propio ombligo con gran complacencia, una operación que se conoce como etnocentrismo1. Con gran soltura metemos en esa rúbrica civilizaciones antiguas o extinguidas, países simplemente depauperados y comunidades sin escritura (ágrafas) supervivientes, ejercitando un velado o abierto desprecio hacia modos de concebir el mundo distintos del nuestro. Esta tendencia a ignorar, a exponer tendenciosamente o a condenar lo distinto -denominador común de muy distintas culturas-, tiene la más primitiva de las raíces, y es sin duda la construcción más endeble desde una perspectiva científica. Por otra parte, sólo la civilización occidental contemporánea destina recursos a preservar, estudiar y difundir manifestaciones de cualesquiera otras civilizaciones. Los departamentos de Arqueología, Filología, Historia y Antropología de nuestras Universidades se dedican a ello precisamente, y confundiríamos etnocentrismo con progreso (en ciencias y técnicas) pensando que la perspectiva occidental deforma otras civilizaciones y culturas en mayor medida que éstas la deforman a ella. Dicha aclaración es oportuna ante tesis como las de E.Said2, a cuyo juicio Occidente prefiere ignorar la realidad de otras culturas, aunque él –palestino de origen, nacionalizado norteamericano- lleve décadas enseñando instituciones e historia árabe en Universidades norteamericanas. Cuando las rentas del petróleo sufraguen en Riad, Kuala Lumpur o Teherán cátedras como la de Said en Columbia (Nueva York), donde profesores occidentales expliquen libremente instituciones e historia occidental, la balanza empezará a equilibrarse. Por ahora, ninguna otra civilización ha introducido el etnocentrismo como instrumento de autocrítica, y sólo en sus territorios florecen becas para cultivar la antropología comparada. Said mantiene que los estudios occidentales sobre Oriente son un sistema “eurocéntrico” de prejuicios y estereotipos, que pasa por alto tanto matices individuales como “la empresa común de fomentar la comunidad humana.” Bien podría ser, y no deben escatimarse medios para sopesar cuidadosamente esos cargos. Pero aguardamos aún investigaciones no-occidentales sobre Occidente, que nos ayuden a superar prejuicios y estereotipos “orientalistas.” El libro de Said es inservible a tales fines, pues más que evaluar los estudios occidentales sobre Oriente (que allí se consideran “discursos de poder, ficciones ideológicas y grilletes forjados por la imaginación”) será preciso enseñarle a Occidente cosas sobre sí mismo. Por ejemplo, William Jones desenterró el sánscrito cuando los brahmanes sólo hablaban dialectos locales, permitiéndoles así volver a leer los textos escritos por sus ancestros3, y ya desde niños los europeos están familiarizados con peripecias de Las mil y una noches gracias a entusiastas traductores como Richard Burton. Si los occidentales desbarran cuando tratan de describir a Oriente, ¿qué rasgos caracterizan la descripción inversa, o es que acaso no existe? Y si existe ¿está teñida por “discursos de poder, ficciones ideológicas y grilletes forjados por la imaginación”? Como cualquier tarea que se posponga al día de mañana, su resultado resulta imprevisible. 1.1. Despejados estos puntos elementales sobre el etnocentrismo, centrémonos en lo “primitivo.” Tras gozar de una acogida muy entusiasta, la idea psicoanalítica de fundir infancia, mentalidad «primitiva» y cier