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MONÓLOGO DESDE LAS TINIEBLAS '. , Antonio Gálvez Ronceros , MONOLOGO DESDE LAS TINIEBLAS Con dibujos. del 'autor Lima / Perú Esta tercera edición de Monólogo desde las tinieblas . . lflcorpora seIs nuevos cuentos. Monólogo desde las tinieblas © 1975, Antonio Gálvez Ronceros © 1999, PElSA Promoción Editorial Inca S.A. Av. Dos de Mayo 1285, San Isidro Lima 27, Perú ISBN: 9971-40-104-9 Prohibida la reproducción parcial o total de las características gráficas de este libro. Ningún párrafo de esta edición puede ser reproducido, copiado o transmitido sin autorización expresa de los editores. Cualquier acto ilícito cometido contra los derechos de Ptopiedad Intelectual que corresponden a esta publicación será denunciado de acuerdo al D.L. sn (Ley sobre el Derecho de Autor). Dibujos: Antonio Gálvez Ronceros Diseño de carátula: Basado en un dibujo de Antonio Gálvez Ronceros Composición y diagramación: PEISA Impreso por Panamericana Formas e Impresos S.A. Quien sólo actua como impresor Printed in Colombia Impreso en Colombia Este libro es vendido bajo la condición de que por ningún motivo, sin mediar expresa autorización de los edítores, será objeto de utilización económica alguna, como ser alquilado o revendido. A los hombres del Guayabo y Sarandango; a los de Pinta, Viña Vieja, Guamampali, Cañapay; a los hombres de San Regis, El Carmen, San José, Larán y Punta de la Isla; a los de Cányar, La Calera, El Hornillo, Las Huacas, EIJuncal, Hoja Redonda, Lurinchincha ... ¡MIERA! En el camino que lleva al sembrado de camotes el negro don Andrés supo que en los últimos días el caporal Basaldúa se había puesto a hablar feas cosas de él. Mientras compraba plantas en el sembrado y llenaba de camotes los serones de su burro, le dijeron lo mismo. Entonces no aguantó más: trepó al burro de un salto y enderezó por un atajo hacia la casa del caporal. Pero ahí le dijeron que se había ido a vigilar unos riegos en la Punta de la Isla y que volvería una semana después. Sin decir nada pero aguantándose, don Andrés regresó rápidamente a su casa, se bajó casi arrojándose del burro, lo dejó plantado con los serones cargados, se metió corriendo en la primera habitación y llamó a su hija mayor: -¡Patora! -los labios se le habían hinchado y parecían pelotas. Saliendo de la habitación contigua, Pastora se presentó alarmada. 9 -Patora, tú que sabe equirbí, hame una cadta pa mandásela hata la Punta e la Ila a ese capará Basadúa, que nuetá acá y sia ido pallá depué quiabló mal de mí. Yo te vua decí qué vas a poné en er papé. -Ya, tata, vua traé papé y lápice -dijo la hija. Se metió en los interiores de la casa y poco después , regreso. -Ponle ahi, Patora -dijo don Andrés-, que su boca esuna miera, que su diente es ata miera, su palaibra un montón de miera ... Miera esa mula que monta. Miera su epuela. Miera su rebenque. Miera el sombreiro con quianda. Miera esa cotumbe e miera diandá mirando tabajo ajeno ... Léemela, Patora, a ve qué fartea. Cuando la hija acabó de leer, don Andrés tenía un gesto de duda como si ya no confiara del todo en sus propias palabras. -Oye, Patora -dijo finalmente-, quítale un . , poco e m1era a ese pape. ro TRE CLASE DE SÓ Por el callejón del Guayabo venían de un sembrado de yucas dos negras encima de sus burras. Las burras caminaban medio agachadas del lomo porque debajo de la carga negra traían los serones reventando de yucas. Era el mediodía y el sol quemaba como candela. Como les habían cobrado un sol por cada planta de yuca, una de las negras empezó a quejarse: --Cómo etán lo tiempo ... ¡A só cada planta e yuca! y mirando el cielo agregó: - y con ete só. Como en ese instante su burra se desvió del camino, demandó colérica: -¡SÓ, borica! Ender