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)RMA-DE-GOBIERNO Y * LE G IT IM ID A D F A M IL IA R
A L V A R O CATEDRÁTICO DE
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DERECHO
ROMANO DE
LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COM POSTELA Y RATURA. ENTRE
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PREM IO NACIONAL DE LITE PUBLICADO VARIAS QUE DESTACAMOS
OBRAS, «D E
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GUERRA Y DE LA P A Z » Y «PRESUPUESTOS CRÍTICOS PARA EL ESTUDIO DEL DERECHO NACIONAL»
D irector.
F L O R E N T IN O PE R E Z E M B ID
ALVARO
D ’ ORS
FORMA DE GOBIERNO Y
LEGITIMIDAD F A M IL I A R
a t e n e o
M A D R I D
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Este trabajo fue dado a conocer por su autor en la conferenda pronuncia da en el Colegio Mayor «Padre Poveda», de Madrid, el día 29 de enero de 1959.
ESTA COLECCION LA PUBLICA E D IT O R A N ACIO N AL
Depósito legal: M. 18.837.· 1960.—N « Rgtro. 9.870-60
Bolaños
y Aguilar, S. L.— General Sanjurjo» 20.— Madrid. 1900.
S U MA R I O
I.— D esinterés
actual por el problema de las FORMAS DE GOBIERNO, pág. 7.
II.— L a
TRILOGÍA DE LAS FORMAS DE GOBIERNO EN EL PENSAMIENTO GRIEGO, p á g . 12.
III.
— P latón , pág. 18.
IV.
— D e A ristóteles
V.— L a
a
R oma, p á g 21.
validez actual de la trilogía antigua y LA LEGITIMIDAD, pág. 33.
O. r-j 3
I DESINTERES ACTUAL POR EL PROBLEMA DE LAS FORMAS DE GOBIERNO
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Parece un rasgo característico de la men talidad política del hombre de nuestro tiem po el de un casi absoluto desinterés por el problema de las formas de gobierno. Nos preocupamos por la perfección de los servi cios públicos, la seguridad de un alto nivel de vida, la tranquilidad y la diversión pú blicas, el fomento económico y cultural, pero lo que es propiamente la f o r m a d e g o b i e r n o por sí misma, eso parece que nos tiene sin cuidado, y, si en algún momento este problema nos interesa, es tan sólo por sus implicaciones sociales y económicas, o in cluso religiosas, pero no como puro problema de forma. En el fondo, esto es un síntoma d© republicanismo, pues, en realidad, la for ma republicana se presenta como la más V
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neutral, hasta el punto de no excluir ne cesariamente la posibilidad de ser subs tituida por otra forma distinta. Esta indiferencia actual por el problema de la forma de gobierno tiene reflejos muy sig nificativos en la misma práctica política: en el sentido de que los tránsitos de una forma a otra son cada día más insensibles. El trán sito, por ejemplo, de la monarquía llamada constitucional a la república, independiente mente de la ganga revolucionaria que pueda acompañar al cambio, resulta casi impercep tible. El antiguo hombre monárquico no sien te violencia ante un nuevo régimen republi cano que no le exige una especial abjuración de sus principios, ni una lealtad específica a la nueva forma constitucional; incluso pue de ver en esa nueva forma un instrumento para la eventual restauración de la monar qu ía; sería para él mucho más violento el cambio de una monarquía por otra monar quía distinta, por ejemplo, una usurpación di nástica, ya que entre aquellos reyes habría una total incompatibilidad, en tanto no la hay entre un rey destronado y una república, la cual no excluye por sí misma la restauración. Viceversa, en algunas coyunturas histórico-políticas, la restauración monárquica puede pre sentarse como una posible vía para la ins tauración de una república: se habla enton ces de «monarquía instrumental». Se trata en esos casos de una preferen