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INDICE Prólogo a la edición inglesa de 1892 Del socialismo utópico al socialismo científico II. III. ¡PROLETARIOS DEL MUNDO, UNÍOS! Federico Engels DEL SOCIALISMO UTOPICO AL SOCIALISMO CIENTIFICO EDITORIAL AGORA Edición Impresa Tapa basada en la primera edición francesa publicada en 1880 © by Editorial Agora Vera 431, 2º piso, “B” (1414) Buenos Aires, Argentina Queda hecho el depósito de ley 11.723 I.S.B.N. 950-9553-23-9 Edición Digital Construcción a cargo de Libronauta © by Editorial Agora, 2001 Vera 431, 2º piso, “B” (1414) Buenos Aires, Argentina Queda hecho el depósito de ley 11.723 I.S.B.N. Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida sin la autorización por escrito de Editorial Ágora y Libronauta Argentina S.A., la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento incluidos la reprografía y el tratamiento informático. Prólogo a la edición inglesa de 1892 El pequeño trabajo que tiene delante el lector, formaba parte, en sus orígenes, de una obra mayor. Hacia 1875, el Dr. E. Dühring, privat-docent en la Universidad de Berlín, anunció de pronto y con bastante estrépito su conversión al socialismo y presentó al público alemán, no sólo una teoría socialista detalladamente elabora da, sino también un plan práctico completo para la reorganización de la sociedad. Se abalanzó, naturalmente, sobre sus predecesores, honrando particularmente a Marx, sobre quien derramó las copas llenas de su ira. Esto ocurría por los tiempos en que las dos sectores del Partido Socialista Ale mán —los eisenachianos y los lassalleanos— acababan de fusionarse, adquirien do éste así, no sólo un inmenso incremento de fuerza, sino algo que importaba to davía más: la posibilidad de desplegar toda esta fuerza contra el enemigo común. El Partido Socialista Alemán se iba convirtiendo rápidamente en una potencia. Pe ro, para convertirlo en una potencia, la condición primordial era no poner en pe ligro la unidad recién conquistada. Y el Dr. Dühring se aprestaba públicamente a formar en torno a su persona una secta, el núcleo de lo que en el futuro debería ser un partido aparte. No había, pues, más remedio que recoger el guante que se nos lanzaba y dar la batalla, por muy poco agradable que ello nos fuese. Por cierto, la cosa, aunque no muy difícil, había de ser, evidentemente, harto pesada. Es bien sabido que nosotros, los alemanes, tenemos una terrible y pode rosa Gründlichkeit, un cavilar profundo o una caviladora profundidad, como se le quiera llamar. En cuanto uno de nosotros expone algo que reputa una nueva doctrina, lo primero que hace es elaborarla en forma de un sistema universal. Tiene que demostrar que lo mismo los primeros principios de la lógica que las leyes fundamentales del Universo, no han existido desde toda una eternidad con otro designio que el de llevar, al fin y a la postre, hasta esta teoría recién descubierta, que viene a coronar todo lo existente. En este respecto, el Dr. Dühring estaba cor tado en absoluto por el patrón nacional. Nada menos que un Sistema completo de la Filosofía —filosofía intelectual, moral, natural y de la Historia—, un Sistema completo de Economía Política y de Socialismo y, finalmente, una Historia crí tica de la Economía Política —tres gordos volúmenes en octavo, pesados por fuera y por dentro, tres cuerpos de ejército de argumentos, movilizados contra todos los filósofos y economistas precedentes en general y contra Marx en particu lar—; en realidad, un intento de completa “subversión de la ciencia”. Tuve que vér melas con todo eso; tuve que tratar todos los temas posibles, desde las ideas so bre el tiempo y el espacio hasta el bimetalismo, desde la eternidad de la materia y el movimiento hasta la naturaleza perecedera de las ideas morales; desde la se lección natural de Dar