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La idea del Dios único y universal es muy joven. Nació a la vez que la escritura, hace apenas unos 5.000 años. ¿Por qué si el cerebro humano actual tiene una conformación anatómica idéntica a la del hombre de hace unos 15.000 años se tardó tanto en alumbrar la idea de Dios? ¿Se debe esta idea a Moisés? ¿Existió realmente Moisés? ¿Han contribuido las enfermedades mentales a consolidar las ideas sobre Dios? Si en esos tiempos hubiese habido la medicación antiepiléptica de nuestros días ¿hubiera sido Pablo de Tarso san Pablo y, sin su enfermedad, hubiera existido el cristianismo? ¿De dónde arrancan las concepciones de lo sobrenatural? ¿Qué es el pensamiento mágico? ¿Está Dios en el mundo real? ¿Qué es la realidad? En el mundo de hoy las ideas religiosas se desvanecen. Estamos entrando en la era de la post-religión. La Física sugiere un principio del Universo que no necesita de ningún Dios, ni tampoco Dios parece necesario para explicar el origen del hombre. La idea de Dios fue construida por el cerebro humano porque es útil a la supervivencia. Hoy la Neurociencia nos enseña que la idea de Dios se construye por los sistemas cognitivos del cerebro sin ninguna connotación especial ni sobrenatural, tal cual lo hace para otras ideas y buscando un propósito, aquel de la supervivencia. Dios no existe en el mundo. Dios no existe más allá de la existencia del hombre. Al hombre sólo le queda ese sentimiento último, personal, incomunicable con el que crea su propia religiosidad con la que nace y muere.
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Francisco Mora
EL DIOS DE CADA UNO POR QUÉ LA NEUROCIENCIA NIEGA LA EXISTENCIA DE UN DIOS UNIVERSAL
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Índice Prólogo A modo de introducción. Mirando al cielo sin esperanza 1. Dios Y comenzaron las preguntas Y nacieron los dioses Líderes y dioses «¡Aquí estoy!», dijo Abraham ¿Sufrió Abraham una demencia frontotemporal? «Irás a la tierra que yo te enseñaré» ¿Existió Moisés? «¡Oh, tú, Dios único! ¡No hay otro Dios sino tú!» El Dios de Abraham y el Dios de Moisés. ¿Dioses diferentes? «Soy hombre torpe de boca y de lengua», dijo Moisés «Y ahora ¡habla!», dijo Miguel Ángel Sangre y milagros La voz enferma del silencio Algunas miradas humanas. El Decálogo Baal y Yahveh Y Moisés murió Terminando con David Hume 2. Sintiendo a Dios con la mirada rota Encontrando el conocimiento íntimo San Pablo El rayo que ilumina Torbellino de pasiones Llevado al paraíso La locura visionaria de san Francisco ¡Ve y repara mi casa! A la sombra de tus alas escóndeme El sentimiento inflamado de santa Teresa Abrasada en amor grande de Dios Fray Juan, «pídeme lo que quisieres» Flotando en el aire Mística cerebral 3
Razón y fe 3. El Dios de las ideas La torre de Babel ¿Qué es eso que siempre es? Y el espíritu voló «Señor, si tú no estás aquí, ¿dónde te puedo encontrar?» La ilusión trascendental Meditaciones Todo se deriva de la experiencia El mal y el sufrimiento Una idea útil Y un resumen 4. Una vieja historia termina y otra nueva comienza Ciencia y misterios Azar y poder divino Sísifo... y vuelta a comenzar No hay fantasma en la máquina 5. Las raíces de nuestra humanidad Charles Darwin Cerebros grandes, pequeños y diferentes Desde los 450 a los 1.450 gramos de cerebro Índices y capacidades mentales Revoluciones escondidas ... Y Silenciosas ¿Nuevos actores neuronales? Una «pequeña» historia La esquizofrenia evolutiva Genes, neuronas y Neanderthales Una última reflexión 6. Frío, leones y amaneceres A la búsqueda de significados Emoción, abstractos y mensajes El niño y el ciervo Cofres y códigos sagrados Un niño de tres años El explorador y la tribu Ojos en la espalda El neurotransmisor de lo sobrenatural Como serpiente que renueva su piel 4
Dioses y causas físicas El bricolaje evolutivo La inteligencia cultural La angustia metafísica 7. ¿Qué es la realidad? La realidad de la rosa Los efluvios de demócrito Luz, contraste